Cuando Guillaume Apollinaire (1880-1918) comienza a publicar sus primeros cuentos en revistas apenas contaba con veinte años de edad, pero hasta diez años después no verán la luz reunidos en un libro: El Heresiarca y Cía. Las tramas de estos relatos nos remiten en parte a la infancia italiana de Apollinaire, a su adolescencia en Mónaco y Niza, y a las tradiciones centroeuropeas recogidas en un viaje por Alemania.
Sus temas se nutren también de las abundantes y desordenadas lecturas adolescentes de Apollinaire y su predilección por la fábula: epopeyas italianas, novelas de la Tabla Redonda, la Biblia, la mitología griega, etc. De estas fuentes provienen muchos de los personajes inmortales y fabulosos a los que da vida en El Heresiarca: Simón el mago, el judío errante o Salomé, cuyas vidas y milagros recrea o reinventa Apollinaire con erudición e imaginación, a la manera de las Vidas imaginarias de Marcel Schwob.